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Hoy queremos hablarte de un tema que a veces nos asusta mucho, pero del que tenemos que hacernos responsables: las emociones y la salud mental.

Lo primero que tienes que saber es que las emociones no son “buenas” o “malas”, sino que algunas son muy agradables de sentir, otras no tanto y quisiéramos dejarlas de sentir rápido.

¿Cuántas emociones crees que existen? Pues hay seis grandes grupos de emociones. 

Para que lo entiendas mejor, te vamos a dar un ejemplo: En la película Intensamente, de Disney, cada uno de los personajes que vive en la cabeza de Riley representa a un grupo de emociones: alegría, asco, miedo, ira y tristeza. Solamente faltó sorpresa, que de ese grupo no hay ningún personaje. Sin embargo, hay muchas emociones dentro de cada uno de esos grupos. Algunos dicen que se completan 25 emociones, otros 72 y otros hasta más de 200.

Lo que queremos decirte con esto es que sentir muchas emociones es normal ¡y es necesario!

¿Cuál es la función de las emociones?

Todas las emociones que tenemos tienen funciones vitales en nuestra vida que favorecen el desarrollo de nuestra personalidad y una mejor relación con nuestro entorno, por eso, es esencial permitirnos vivirlas todas, y aunque algunas emociones pueden resultar más complejas de transitar que otras, ¡vivirlas!

La alegría

Es quizá una de las emociones que más disfrutamos sentir, porque nos víncula positivamente con nuestro entorno y con nosotras mismas. Cuando la alegría llega incrementa nuestra capacidad para disfrutar de diferentes situaciones haciéndonos más empáticos y tranquilos.

La tristeza

Esta emoción llega a bajar nuestras revoluciones y disminuir nuestro ritmo, haciendo que nos centramos en situaciones importantes que tal vez estábamos dejando de lado.

Aunque puede resultar compleja de transitar, es necesaria para nuestra actitud de resiliencia, porque casi siempre viene acompañada de “una caída profunda” y posterior a esto “un renacer”.

El asco

No todo nos tiene que gustar, eso nos hace seres humanos diversos que conviven; el asco es una emoción muy necesaria para que elijamos alejarnos de aquello que no nos gusta o que no nos hace bien. 

La ira

Es una emoción indispensable para nuestra defensa y cuidado; nos vuelve reactivos y nos pone alerta ante posibles situaciones de peligro.

El miedo

El temor a algo, aunque es incómodo y nos genera inseguridad, es una reacción natural del cuerpo para que estemos presentes en los momentos que sea necesario y podamos tener una actitud alerta que nos protege de los posibles peligros del  mundo.

Muchas veces el miedo no viene de una situación particular que te ponga en riesgo, pero siempre nace de la necesidad de tu mente de protegerte.  

La sorpresa

Es una de las emociones que más mueve nuestra creatividad, nos mantiene con la atención enfocada y la curiosidad activa. La sorpresa llega ante momentos de novedad que requieren recoger información para que nos orientemos y comprendamos lo que sucede. Usualmente es una emoción que nos moviliza a buscar soluciones congruentes y más centradas. 

Con todo esto, podemos decir que gracias a las emociones, tenemos la capacidad de actuar en la vida cotidiana y de hacerle frente a todas las situaciones y personas que se nos presenten.

¿Qué es la depresión?

Ahora que ya tenemos tan claro qué son las emociones y lo absolutamente importantes que son para el desarrollo normal de nuestra vida, es momento de hablar de una emoción que, cuando se nos sale de control, desemboca en un trastorno mental. 

La depresión no es sentir tristeza, porque, aunque todos nos sentimos tristes cuando algo no deseado nos sucede, no todos llegamos a estar deprimidos. 

La depresión es un estado de ánimo intenso que implica tristeza, desesperación o desesperanza y que dura semanas, meses o incluso más tiempo, sin una causa aparente; es decir, es cuando estamos muy tristes por un tiempo prolongado y sin saber por qué.

Un episodio de depresión puede ser desencadenado por un evento vital, como la muerte de un ser querido, una ruptura de una relación de pareja o una decepción académica o laboral; pero no siempre que vivimos un episodio de este tipo llegamos a estar deprimidos; es decir, es normal tener sentimientos de tristeza profunda ante un evento de pérdida, y esto no quiere decir que la persona tenga depresión; pero un evento vital puede llevar a que la persona efectivamente comience a padecer este trastorno.

La depresión no solamente afecta el estado de ánimo de una persona, sino que también afecta sus pensamientos y su capacidad de percibir y disfrutar de las cosas de la vida. Este sentimiento reduce la energía, la motivación y la concentración que se necesita para las actividades habituales de la vida.

Síntomas de la depresión

Es muy importante que nunca te auto diagnostiques, porque existe un fenómeno ya comprobado que consiste en que entre más leemos sobre enfermedades mentales, más enfermedades mentales creemos que tenemos; por eso, mejor deja en manos de un experto este tema… pero, ¿cómo saber cuándo debemos pedir ayuda profesional?

Aquí te vamos a mostrar unos de los síntomas más comunes de la depresión, para que les prestes mucha atención y decidas acudir al psicólogo o al psiquiatra de manera oportuna. 

  • Anhedonia: Es uno de los síntomas fundamentales. Se refiere a que, a veces, no nos sentimos particularmente tristes, sino que nada puede alegrarnos. Es cuando sientes que no eres capaz de disfrutar nada de lo que haces y que todo “te da igual”. 

  • Sentimientos, emociones y estados de ánimo desagradables: Las personas deprimidas pueden sentirse inusualmente tristes, desamparadas o derrotadas. También desesperadas, impotentes, aisladas o solas. Algunas personas se sienten culpables, inútiles, indignas, rechazadas y no queridas, mientras que algunas otras personas deprimidas están irritables, enfadadas o amargadas.

  • Pensamientos negativos: Cuando estamos deprimidas, es muy fácil que nos dejemos dominar por las ideas negativas. Esto puede hacer que la vida nos parezca más dura de lo que en realidad es y, a veces, nos hace pensar que las cosas nunca van a mejorar, que los problemas son demasiado graves para resolverlos y que nada importa.

  • Autocrítica: Las personas podemos creer que somos indignas y que no merecemos que nadie nos quiera, aunque eso no sea verdad. Esto nos puede llevar a querer hacernos daño a nosotras mismas.

  • Motivación y energía por el piso: La depresión hace que hasta las actividades más cotidianas supongan de un gran esfuerzo para lograrlas. Cuando estamos deprimidas sentimos que necesitamos tener una energía infinita solamente para lograr cualquier cosa.

  • Falta de concentración: La depresión puede hacer que nos cueste mucho centrar la atención en una sola cosa o que nos resulte difícil recordar lo que alguien nos dijo.

  • Problemas físicos: Algunas personas deprimidas pueden tener malestar estomacal o falta del apetito. También es común que haya aumentos o disminuciones drásticas en el peso y dificultad para dormir.

  • Aislamiento social: Cuando estamos deprimidas, nos dejan de gustar actividades que antes amábamos y nos parece más difícil reunirnos con nuestros amigos y familiares. Esto hace que los pensamientos negativos y las emociones de soledad empeoren.

  • Pensamientos de muerte: Es cuando no no encontramos el sentido a vivir, no queremos despertarnos al día siguiente, o incluso llegamos a tener ideación suicida o conductas suicidas.

  • Llanto fácil: El llanto que aparece ante cualquier estímulo o sin razón alguna.

Recuerda que asistir a terapia psicológica no te hace débil, por el contrario, es de admirar que estés buscando ayuda y herramientas para sentirte mejor.

¿Qué debo hacer si me siento así?

¡Busca ayuda!

Una depresión puede mejorar con la atención y el cuidado adecuado. Generalmente mejora con más facilidad de la que cree la persona afectada. Pero, si no se trata, puede seguir igual de mal o empeorar. Por eso, la gente deprimida no debe limitarse a esperar deseando que la depresión se cure por sí misma.

Recuerda que si sientes que necesitas hablar con alguien, ¡no estás exagerando! La depresión no tiene una cara determinada. Puedes ser una mujer llena de energía, con buenas relaciones sociales, adorada por tus papás e igual sentirte mal. Saquémonos de la cabeza la idea de que estar deprimidas es ponernos un saco gigante y no salir jamás de nuestra habitación.

Depresión de alta funcionalidad

Podemos llegar a ser muy exigentes con nosotras mismas y creer que esta emoción que sentimos debe irse para que continuemos con nuestra vida impidiendo que interfiera en nuestras actividades diarias. La depresión no se ve igual en todas las personas; que una persona continúe con sus actividades diarias de manera natural, no implica que esté viviendo menos sus emociones o que esté mintiendo sobre ellas.

Puede suceder que quieras ignorar estos sentimientos de tristeza ocupándote más de la cuenta, para no tener que pensar en ello, pero esto no te ayudará a superarlo. No te permitas llegar hasta un punto de difícil manejo, donde explotes y ya no tengas cómo gestionarlo, así que toma acción antes de que se te salga de las manos.

¿Cómo gestionar mis emociones?

Si no estás deprimida, es súper importante que recuerdes que las emociones siempre van a estar presentes en tu vida, y, aprender a vivir con ellas, es lo más sano que podemos hacer. 

Aceptar nuestras emociones, abrazarlas y agradecer porque existen, pero no dejar que tomen el control absoluto de nuestras decisiones, se llama gestionar las emociones. 

Recuerda que todas las emociones forman parte de lo que eres y que son las herramientas más importantes que tenemos para poder vivir en sociedad. Cuando aprendes a reconocerlas, nombrarlas y expresarlas, vas en el camino hacia mejorar tu calidad de vida.

Esperamos que hayas aprendido mucho en este artículo y que ya tengas súper claro que la depresión no es un juego, ni alguien intentando llamar la atención. Nosotras siempre estamos para ayudarte y escucharte.

Fuentes:

https://albamarpsicologia.com/para-que-sirven-las-emociones/

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